Meiyaku no Leviathan Vol. 07 – Epílogo

Epílogo

«¡E-El bello chico dragón desapareció!»

«Todo lo que hicimos fue traer el arma… ¿H-Habrá sido eso suficiente?»

Fue después de que el dragón plateado Pavel Galad hubiera desaparecido.

Las dos chicas de preparatoria que oficiaron de «ayudantes» se acercaron donde Hal y las tres brujas quienes habían agotado toda su energía en un corto periodo de tiempo.

Estas eran Funaki-san, quien había disparado la pistola mágica, y con ella Mutō-san.

«Fueron verdaderas salvavidas. En serio, muchas gracias.» Hal les agradeció sinceramente.

La razón por la que él le había entregado la pistola mágica a sus compañeras del club quienes habían entrado en la zona de combate fue debido a que de pronto se le ocurrió a él que «cuando una chica de preparatoria en las cercanías abría fuego sin advertencia, incluso Galad se vería sorprendido, ¿verdad?» a la vez que—una pisca de orgullo.

Galad definitivamente había estudiado a Haruga Haruomi y sus aliadas, las brujas, en profundidad y aparentemente había adquirido un montón de conocimiento sobre la sociedad humana.

Pero sin importar lo entusiasta que fuera como aprendiz, Pavel Galad al final del día seguía siendo un héroe dragón que amaba la batalla. ¿Cuán serio podría ser este interés en los «humanos»…?

Queriendo enviar a Galad el mensaje de «no subestimes a los humanos,» él le entregó su pistola mágica a sus compañeras miembros del club.

Sin importar la ubicación del arma, Hal podría sentirla al instante e imbuirla remotamente con su poder mágico. De ser necesario, él podía invocarla con un solo pensamiento. En ese momento, él le había confiado a Funaki-san la pistola mágica a causa de un capricho momentáneo como seguro.

Inesperadamente, Hal se vio arrastrado hacia un combate de revancha y para colmo con una condición desventajosa.

Hal no tenía más opción que transformar su «capricho momentáneo» en una «carta de triunfo.» Como resultado, él fue capaz de crear una situación donde él y Galad estuvieran al fin lanzándose el uno al otro sus técnicas de aniquilación asegurada, así que él propuso la regla del tiempo límite de cinco minutos en un intento de hacer uso efectivo de las «chicas de preparatoria que andaban de paso.»

«Por suerte, ese tipo aceptó mi sugerencia…»

Fue una gran apuesta el combinar toda clase de factores.

Él le había pedido al equipo Mutō-Funaki que estuvieran a la espera cerca del camino del puente Kiyosu. Luego de que Orihime y las chicas le salvaran de su transformación en dragón, el equipo Mutō-Funaki se lanzó corriendo hacia la escuela en cinco minutos.

Pero más importante aún, hubo un héroe secreto detrás de bambalinas.

«¡Aquí está tu arma de regreso! Jamás había visto una pistola mágica que hablara y me dijera que hacer. ¡Me hizo saltar a causa de la sorpresa!»

«Era bastante arrogante y bastante divertida a su vez.»

«Jajajaja.»

Mutō-san aportó con su comentario mientras Funaki-san devolvía la pistola mágica.

Riéndose mecánicamente, Hal aceptó el arma. La gran guardiana de la pistola mágica que había guiado a las dos chicas de preparatoria le habló directamente en su mente.

(Mocoso, ten claro que no me molestaría si te fueras a postrar en el suelo con lágrimas de alegría para expresar tu gratitud.)

(Estoy sorprendido que puedas decir eso tan desvergonzadamente. Mientras fui un dragón, parece que estuviste disfrutando bastante el show.)

(Kukuku. Después de todo, no tuvo nada que ver conmigo. Una manera perfecta de pasar el tiempo.)

Residiendo en la pistola mágica, la ex-Reina Dragón Hinokagutsuchi contestó vanidosamente.

Habiendo dicho eso, ella de todas formas aceptó la solicitud de Hal de traer a sus dos compañeras y el arma mágica a este lugar mientras él estaba luchando con Pavel Galad. ¿Supongo que podría dejarlo pasar por esta vez?

«A propósito, ¿qué le pasó a Sakuraba-senpai?»

«Bueno, como ya sabrás, él valora reunir información aún más que su propia vida.»

«Él dijo que tenía que capturar la batalla de recién en fotos y videos…así que reuniendo su equipo, él corrió hacia el techo de un edificio~ que asombrosa perseverancia,» contestó Mutō-san con una irónica sonrisa.

Por otro lado, Funaki-san se veía bastante impresionada.

Hal a su vez rio en respuesta mientras pensaba en otra pregunta. Luego de que el encuentro estuviera decidido, probablemente esa Reina Dragón debería estar volando hacia aquí al instante—

La Princesa Yukikaze— ¿Pero por qué no ha venido todavía a encontrarme?

Al siguiente instante…

Las tres brujas, quienes habían usado una gran cantidad de su resistencia en batalla tras batallas, miraron hacia arriba sorprendidas.

«¡Senpai, mira!»

«¡¿La magia de los dragones puede hacer hasta eso?!»

«¡Harry, parece que…todavía no hemos ganado!»

Una súbita alarma. Sus miradas se dirigieron hacia un inesperado ritual de resurrección.

Partículas tan pequeñas como la arena se estaban reuniendo en un punto en el cielo para crear una forma dragonoide. Un cuerpo cercano a los diez metros de longitud, una larga y gruesa cola, afilados dientes—rápidamente llegó a término en diez segundos.

«¿Pavel Galad huh…?» Hal dijo en voz baja.

El dragón manifestado en el cielo era bastante similar a su antiguo enemigo.

Sin embargo, el hermoso cuerpo de lustrosa plata blanquecina ya no existía.

El revivido cuerpo de Pavel Galad exhibía una horrenda superficie de color negro, gris y acero. Ninguna parte del cuerpo era regular. Era como una aleación mezclada a la fuerza y creada al verter concreto y asfalto sobre acero derretido—

«¡¿En el instante que sufrió el golpe crítico, usó aquellos materiales para crearse un nuevo cuerpo?!»

«Hohohoho, correcto. Haruga Haruomi. Esta magia es difícil de controlar…solo tuve éxito luego de atravesar grandes problemas, así que es con gran alivio desde el fondo de mi corazón que respiro ahora. Al parecer la cortina de nuestro duelo todavía no ha caído.»

El indomable guerrero sonrió con satisfacción usando su grotesco cuerpo.

¿Debería ser llamado un dragón o un autómata de combate creado con la forma de un dragón?

De cualquier forma, la tenacidad de Pavel Galad y su poder mágico habían alcanzado atemorizantes niveles.

Naturalmente, el dragón xenomorfico estaba sosteniendo la espada mata dragones.

El encuentro todavía no había sido decidido—y era por eso que la Princesa Yukikaze todavía no había llegado.

Hal se quedó sin aliento. ¿Podría salir victorioso? Dado que el enemigo había usado un medio tan imprudente para revivir, él debería estar en malas condiciones, pero el poder mágico de Hal también estaba disminuido, haciéndolo similar a un cascarón vacío.

El leviatán que quedaba, Minadzuki, tampoco podía volver a usar la pseudo-divinidad.

La única opción era confiarle la suerte a la marioneta de Haruga Haruomi—La Reina Carmesí.

Sin embargo, el cuerpo ya no era una simple marioneta. Probablemente sintiendo el nerviosismo de Hal, la Reina abrió ligeramente las mandíbulas, gruñendo tan suavemente que uno debía de estar escuchando muy atentamente para captarlo.

El alma que habitaba en la Reina Carmesí—el instinto básico de la raza de los dragones, comenzó a despertar.

¿El luchar en tal estado, volvería a suceder lo que había ocurrido hace poco…?

El Tyrannos de la espada, quien había llegado al punto de reemplazar todo su cuerpo, le dijo al aterrado Hal: «Aunque el tiempo límite que activamente propusiste ha pasado, yo también gasté tiempo sustancial en mi resurrección, así que ambos lados son culpables. Ahora bien, vamos a reiniciar—»

Galad probablemente quizo decir «reiniciar el combate.»

Pero no tuvo oportunidad de terminar su oración. En su lugar, un sonido resonó en los alrededores.

—¡Cling clang cling clang cling clang cling clang cling clang cling clang!

Era el ruido metálico de cadenas chocando entre sí. Cinco de estas aparecieron desde el cielo, enrollándose alrededor del cuello, codos y rodillas de Pavel Galad.

Luego la adorable voz de una chica recitó unas sagradas palabras de muerte.

«Por la presente oro para mi sello que brilla en el cielo, la Cadena del Encarcelamiento Celestial. Esta vez, ese dragón que apenas escapó de la muerte—envíenlo al infierno.»

Estas eran las órdenes.

A continuación, las cinco cadenas sin esfuerzo desmembraron el cuerpo de Pavel Galad, destrozándolo.

La cabeza y las extremidades del dragón xenomorfico, volaron en el cielo.

A continuación, como si estuviera añadiendo un golpe final, un disparo de aliento láser golpeó el pecho de Galad—la ubicación donde el corazón de metal yacía oculto—eliminando cuidadosamente cualquier posibilidad de resurrección.

Siendo testigo de todo el proceso, Hal murmuró para sí mismo, «¿Rushalka…?»

Era el dragón heráldico de color azul que había liberado el golpe final a Galad.

Ella de pronto se materializó en el aire sobre el patio de la escuela secundaria que se había convertido en un campo de batalla.  Adornando la cabeza del leviatán más fuerte de Europa

Como si se tratara de una corona, estaban las runas de Ruruk Soun.

Un total de dieciséis símbolos, que significaban: «Oh guardián del encarcelamiento celestial y cadena del ejecutor, completa tu segunda misión.»

Las cinco cadenas que habían matado a Pavel Galad habían sido disparadas desde los costados del centro de esta serie de runas.

«Eres demasiado descuidado, Haruomi. ¿Cuál es el punto de arrinconar al objetivo si vas a dejarle revivir? Es por eso que los novatos son un dolor de cabeza.»

Con sus alas extendidas, Rushalka estaba esperando en el cielo.

La chica directamente bajo esta sermoneó a Hal. Este honesto consejo provenía de una experta en combate, la bruja del cabello plateado vestida con una resistente chaqueta militar.

«¡¿Asya-san?!» «¡¿Asya?!»  «¡Estás bien!»

Viendo que su compañera había regresado sana y salva, Orihime, Luna y Hazumi se vieron muy emocionadas.

Asya levantó suavemente su mano en reconocimiento y rápidamente caminó hacia Hal.

«Asya…gracias a dios estás bien, pero esa runa es—»

«Aquella, la runa mata dragones que ustedes recuperaron de la Corte del Palacio Dragón, perteneciente al ex-Rey Dragón llamado el Aristócrata Gris. La desenterré y la reciclé,» dijo Asya con calma.

Por supuesto, Hal estaba intrigado.

«¡¿No necesitas esa clase de piedra para activar una runa mata dragones?!»

«Correcto. Todo es gracias a que Pavel Galad acumuló esos pedernales—tesoros secretos del mar de estrellas. Robé un par de esas piedras de la parte más profunda de su barrera y regresé a la Tierra. Luego fui a la escuela para encontrar la runa mata dragones que estaba en el depósito subterráneo. Me alegra haberme apresurado como loca, debido a que apenas llegué aquí en el momento más crítico.»

Luego de explicar cómo las cosas habían sucedido. Asya mostró una expresión agotada.

«Pero el exigirme demasiado hizo que me diera hambre. ¿Tienes algo de comida?»

«Nop. No ando con comida extra.»

«Haruomi, ¿cómo puedes ser tan inútil cuando eres mi amigo de la infancia…?»

«¿No andas trayendo raciones de emergencia contigo? ¿Por qué no comes eso?»

«Ya me las acabé hace rato. En este instante, necesito recuperar al menos nueve mil calorías.»

«Al menos noventa mil, si me lo preguntas a mí.»

En otras palabras, Asya se había vuelto un Tyrannos igual que Hal.

Increíblemente, al ver a su amiga de la infancia quien bajo toda lógica debería haber cambiado un montón, Hal sintió en su lugar una ola de nostalgia.

Probablemente debido a que no había señales de la reciente seguidilla del despreocupado e inexplicable comportamiento femenino de Asya. Y su apetito también. El Genio de Asya y su sobresaliente poder mágico se originaban del excesivo consumo de comida—Esta hipótesis era bastante bien conocida en SAURU.

Hal asintió con firmeza.

Él incluso pensó: Ahora esta realmente es la amiga de la infancia de Haruga Haruomi.

Sin embargo, muchas preguntas surgieron en su mente. Él no sintió en lo absoluto a Asya usando la Runa de las Katanas Gemelas. ¿Cómo ella había regresado a la Tierra? Intentar reclamar la runa mata dragones de alguien más como suya supuestamente tenía una tasa de éxito muy baja. ¿Acaso había tenido éxito por pura suerte?

Pero estas preguntas tendrían que esperar hasta más tarde.

«Haruomi, el Gran Señor Demonio está a punto de descender al fin…»

«Sí. Vienen a mi uno tras otro, realmente desearía que me dieran un respiro…»

La Reina Dragón Blanca lentamente descendió sobre el patio de la escuela donde Hal y las demás estaban.

Usando un vestido absolutamente blanco de una pieza, la hermosa  doncella estaba de pie sobre su tabla de surf voladora. La Princesa Yukikaze, la Reina Dragón que había heredado la Runa de la Flecha.

«Fufufufu. Haruomi, finalmente te has ganado el derecho a ponerte de pie ante mí. ¡Yo, Yukikaze, casi me rendí contigo!»

Por la época cuando él regresó a la Ciudad de Nuevo Tokio luego de una ausencia de tres años, jamás en sus sueños más extraños Hal esperó que esto fuera lo que el futuro le tenía preparado.

Pensar que él se embarcaría en una aventura que giraría en torno a las amenazas de la humanidad que eran la raza dragón y las runas mata dragones. Él había estado en presencia de Reyes Dragones tantas veces que ya había perdido la cuenta.

Sin embargo, Hal tuvo un presentimiento. Lo que estaba a punto de comenzar sería la batalla más intensa hasta la fecha.

Incertidumbre y miedo surgieron en su corazón. Hal enderezó su espalda y miró directamente a la hermosa y adorable cara de la Princesa Dragón Blanca.

 

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