Meiyaku no Leviathan Vol. 05 – Prólogo

Prólogo

En el pasado, Nueva York era la ciudad internacional más grande del mundo.

En el centro estaba la Isla de Manhattan, que ahora era una tierra gobernada por dragones. Los humanos la llaman la Concesión del Viejo Manhattan.

Sin embargo, pese a su nombre como territorio concesionado, muy pocos dragones vivían ahí.

La mayor parte de su área era un yermo o tierra salvaje que no estaba habitada por dragones ni por humanos. Erigido ahí, el Monolito, un gigantesco prisma cuadrangular de un kilómetro de alto, era la única prueba de que este era un territorio de dragones.

No obstante, Viejo Manhattan tenía un gobernante: Hannibal Rojo.

El rey de reyes, considerado como el representante de la raza dragón. No sólo fue el primer dragón sapiente encontrado en la historia del hombre, sino que también fue el portavoz que había forzado a la humanidad a firmar un tratado desigual.

Tal personaje estaba volando tranquilamente sobre el yermo de Nueva York en este momento.

Su longitud corporal era de veinte metros, con una envergadura incluso más grande.

Todas las escamas de su cuerpo eran de color rojo brillante, con un exoesqueleto parecido a una armadura sobre el área del pecho; impresionante como un gran comandante al mando de un millón de tropas.

Aunque la humanidad lo desconocía, entre su raza a él lo llamaban el Emperador de la Llama Roja.

Sin embargo, él prefería el nombre que le dieron los humanos y siempre se presentaba como Hannibal.

Dicho esto…

―Oh Emperador de la Llama, ¿puedo tener un momento de su tiempo?

Una onda de pensamiento transmitida desde el suelo estaba dirigiéndose a él con ese antiguo título.

Un viejo conocido estaba usando magia de Comunicación Mental. Aunque él no tenía la obligación de complacer la petición, sería inconveniente que lo molestase continuamente. Por lo tanto, Hannibal, volando tranquilamente, no pudo evitar encogerse de hombros como un humano.

Un Rey Dragón que no era un dragón de sangre pura: Hannibal.

Usando el cuerpo de un dragón, él realizó subconscientemente una acción propia de los humanos.

Hannibal estaba descendiendo lentamente. El floreciente bosque que se extendía bajo su vista era un lugar conocido en el pasado como Central Park. Sin embargo, su punto de aterrizaje no fue dentro del parque.

La calle principal al este de Central Park. Fue conocida en el siglo anterior como la Quinta Avenida, una gran vía donde los humanos de todo el mundo se reunían.

… De hecho, una vez Hannibal había revisado el mapa de esta ciudad por capricho.

Gracias a eso él aún tenía una ligera idea sobre los nombres de varias ubicaciones de la era de Nueva York.

Hannibal alteró su apariencia al aterrizar, transformándose de dragón a humano.

El gigantesco dragón, de veinte metros de largo, se convirtió en un instante en un hombre musculoso de 195 cm de alto. Él creía que sería más fácil conversar de esta manera.

―Qué rara ocasión. Han pasado diez años desde la última vez que apareciste, ¿no? ―El Rey Dragón miró al hombre parado en el camino de asfalto.

Vestido con un traje negro, con una cara bien proporcionada que mostraba astringencia crónica, él era el hombre encargado de ser el guía en el Camino a la Realeza.

―Teniendo en cuenta tu forma de hacer las cosas, Sófocles, esta es una gran muestra de sinceridad.

―Es demasiado amable, mi señor. Soy un hombre que lo visitaría todos los días para tener una audiencia con usted mientras haya tal necesidad.

Las esquinas de los labios de Sófocles se separaron para producir una grieta con forma de sonrisa.

Él no era completamente inexpresivo. Más bien, al no mostrar sus emociones por tanto tiempo ―más de mil años―, su habilidad para expresarse naturalmente se había atrofiado.

―El propósito de mi visita es ofrecer asesoramiento.

―Asesoramiento, huh.

―Precisamente. Mi señor, han transcurrido veinte años desde que hizo de esta ciudad su nuevo territorio. Como ciudad mágica y reino encantado, este lugar ha alcanzado la madurez sin impedimentos. Y ahora esta tierra probablemente ha llegado a su auge, un punto decisivo.

Con «esta ciudad» se refería a la Concesión del Viejo Manhattan.

Incluso la más grande metrópolis en la historia del hombre se había convertido en un yermo ahora.

Una ciudad de vacío donde no había ni un solo humano o dragón aparte de Hannibal. Sin embargo, el número de residentes viviendo aquí en realidad era bastante numeroso. Tal grupo podía ser considerado como los siervos del Rey Dragón rojo.

Sófocles continuó:

―¿No debería dejar esta ciudad para establecer otra concesión como fortaleza? O más bien, es hora de exigir que los humanos ofrezcan tierra adicional.

―Hmm.

―Oh Rey, le imploro que considere…

―Lo siento, pero olvídalo.

El hombre, quien servía como consejero para reyes dragón y Tyrannoi, ofreció su sugerencia.

Sin embargo, Hannibal lo interrumpió y sonrió. La figura humana del Rey Dragón rojo era la de un fornido hombre en su plenitud. Aun así, su cara estaba mostrando una expresión increíblemente amable.

En total contraste con el hombre ante él, Hannibal era un hombre que expresaba una gran variedad de emociones con honestidad.

Con una sonrisa como la de un niño travieso, le dijo a Sófocles:

―Probablemente deberías ofrecer tu asesoramiento a alguien más. El Emperador del Relámpago Negro tal vez lo aceptaría felizmente sin importar cuánto hables. Hay otras cosas que deseo hacer por el momento.

―… Ya veo. Parece que ya tiene un plan en mente.

Los labios de Sófocles una vez más formaron una grieta que difícilmente podía ser llamada sonrisa.

Posiblemente era una sonrisa irónica. Su asesoramiento, basado en un extraordinario conocimiento y comprensión, había sido rechazado sumariamente por los reyes dragón. A decir verdad, esto era bastante común.

―Oh. En realidad, recientemente he descubierto algo más interesante que luchar por territorio.

―¿Interesante?

―Sí. Déjame ver, ¿cómo lo llaman los humanos…? Cierto, eso.

Hannibal sonrió como un niño otra vez.

Entonces, con una voz de barítono sorprendentemente rica, le dijo a su compañero no-dragón:

―¿Has escuchado de ello? Es algo llamado democracia.

 

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