Even Though I’m a Former Noble and a Single Mother, My Daughters Are Too Cute and Working as an Adventurer Isn’t Too Much of a Hassle (WN) Vol.3 – Capítulo 9

El Escenario Está Listo

En la Mansión Earlgrey, a pesar que el Imperio estaba en paz, los sirvientes corrían apresurados de un lado a otro como si hubiera una emergencia. Aquellos lacayos de la Casa de Earlgrey quienes usualmente solo esperaban al anterior Duque y su esposa, los cuales actualmente habían entregado las riendas del poder al nuevo Duque, y al hermano menor de este último, quien a veces regresaba a casa, estaban en este instante moviéndose sin parar.

“Me he cansado de este té. Preparen una nueva tanda…solo usen las hojas de más alta calidad.”

“P-pero…anteriormente, Su Alteza Imperial dijo que estaba cansada de esas hojas de té de alta calidad…nosotros le ofrecimos las mejores hojas de té en el país…”

“¿Qué es esto? ¿Te atreves a contestarme?”

“¡¿Hii…?!”

Mientras la Emperatriz estaba bebiendo su elegante té en un cuarto enfriado por una herramienta mágica, la maid sirviendo la bebida palideció ante las venenosas palabras de Alice.

“¡Si no hay mejores hojas de té en el Imperio, entonces pide unas mejores desde afuera! ¡¿Por qué es tan difícil entender eso?!”

“¡¿Kyaaaaa?!”

La taza de té llena hasta el borde con el caliente brebaje fue lanzada con furia hacia la maid. A Alice no le importaba en lo absoluto el sufrimiento de la chica diez años menor que ella, quien estaba ahora cubierta en el hirviente té negro mientras gritaba.

“¡¿Acaso no soy la Emperatriz y la hija de la familia de Earlgrey a quien juraste fidelidad?! ¡¿De dónde encontraste las agallas para atreverte a contestarme?!”

“¡L-Lo lamento mucho! ¡P-Por favor perdóneme!”

Mientras ella daba su mejor esfuerzo para soportar el ardiente liquido sobre su piel, la joven hizo una reverencia tan profunda como fuera posible mientras rogaba por perdón.

A diferencia de Alice quien recién había dicho eso, esta chica en verdad no le había jurado lealtad a esta casa noble. Ella era simplemente una plebeya que vivía junto a su enfermizo hermano menor y con el fin de pagar por su medicina, encontró afortunadamente trabajo en este lugar como una maid.

Y con el fin de no ofender a los usualmente temperamentales señores de la casa, ella aprendió habilidades y técnicas que la mantendrían alejada de los problemas, es por ello que incluso la comenzaron a dejar encargada de la preparación del té, pero durante este verano la cantidad de trabajo que había estado recibiendo no se igualaba a la paga que había estado recibiendo.

“¡Pero qué sirvienta más mal educada eres! ¡Es por eso que odio a los tontos de clase baja!”

La particular causa de esto era la Emperatriz, Alice Ragdoll. Los detalles del Duelo Ordenado por la Diosa seguían en su mayor parte desconocidos incluso dentro del Imperio, pero luego de haber tenido el palacio cortado en dos por Shirley en el clímax del encuentro, la Emperatriz Alice y el Emperador Albert no tuvieron lugar alguno a donde ir, así que ahora estaban dependiendo de la hospitalidad de la familia Earlgrey.

Albert estaba preocupado por el bienestar de Alice y decidió que regresar al hogar de su familia, donde ella podría sentirse segura y cómoda, era la mejor opción mientras las reparaciones eran llevadas a cabo. Escuchando solo la historia, parecía que el cariñoso Emperador estaba haciendo todo lo posible para mantener a su esposa cómoda durante estos difíciles tiempos, pero el ego de Alice ya no podía sentirse satisfecho con lo que era su antiguo hogar.

Ella había usado la Tesorería Imperial como si hubiera sido grifo abierto para vivir una vida de lujo y ella esperaba seguir viviendo dicha consentida vida, a pesar de que la mansión tenía muchos menos sirvientes que el Palacio Imperial. Alice siempre había tenido un carácter cambiante y propenso al aburrimiento, diez años viviendo como la Emperatriz la habían llevado a solo empeorar ese par de rasgos. Incluso los sirvientes que la habían atendido en su juventud se sentían ahora exhaustos a causa de ella lo que les tenía al borde del colapso.

Esta demandó que las flores en el jardín que consideraba aburridas fueran arrancadas y reemplazadas. Ella demandó que las hojas de té de más alta calidad fueran recolectadas de todos los rincones del país. Un día demandó súbitamente que quería carne del lechón de cierta especie de monstruo vaca que defendía ferozmente a sus crías. Ella a su vez le había ordenado a los sirvientes que fueran a buscar ciertas hierbas potenciadoras de la belleza que crecían únicamente en la cima de una traicionera montaña, su egoísmo ya estaba poniendo la vida de las personas en riesgo.

“¡Yo soy realeza, no pienso aguantar a los imbéciles sirvientes de mis padres! ¡Estás despedida! ¡Vete en este mismo instante!”

Al final, Alice pasó por sobre la cabeza de la maid en jefe quien dirigía al personal de la mansión, enterrando el taco de su zapato sobre la cabeza de la pobre maid quien estaba haciendo una reverencia en el piso.

“¡¿Aggggggghaa?! ¡…Su Alteza Imperial! ¡P-Por favor perdóneme…!”

A pesar que los impuestos habían estado subiendo lentamente, también lo había hecho el precio de la medicina que su hermano necesitaba para vivir. Si ella perdía ahora el trabajo, no solo se quedaría sin hogar, su hermano podría morir.

“¡Eres demasiado ruidosa! ¡¿Debería llamar a un caballero para que se encargue en su lugar de ti?!”

“¡…Ah!”

Sin saber ni importarle las circunstancias de la muchacha, esta última saltó asustada ante la amenaza de Alice, huyendo del cuarto con los ojos llenos de lágrimas.

“¡Por el amor de la diosa…que buena para nada!”

Ella se recostó sobre su sofá de una manera muy poco acorde a una dama. Recientemente, había estado confundida y en un estado de ánimo estruendosamente malo.

A pesar de que ella había estado preocupada acerca de no ser capaz de producir un heredero, su hermana  quien debió haber muerto hace once años atrás apareció repentinamente frente a ella más hermosa que nunca, junto a dos hijas que podrían haber sido confundidas por ángeles o hadas.

Aprovechándose de la desesperación de Albert para generar un heredero al trono, Edward y esa despreciable cuñada suya conspiraron para montar un Duelo Ordenado por la Diosa que resultó en la destrucción de lo que alguna vez fue un orgulloso palacio luego de la derrota.

Aunque ella no podía entender cómo es que había pasado, seguía enfurecida por ello, exacerbado por el hecho que no estaba satisfecha con el trato que actualmente había estado recibiendo.  El haber regresado al hogar del duque luego de un largo periodo de ausencia, hizo que esas llamas llenas de ira solo fueran avivadas por aquellos sirvientes que no cumplían con sus órdenes.

“¡Bruja Dorada…Demoníaca Espada Blanca…! ¡Todo es su culpa…! ¡Metiéndose en mi camino…!”

Alice se mordió la uña del pulgar, un hábito que tenía siempre que estaba estresada. Ella había descubierto después del duelo que Shirley era en realidad una de las aventureras más poderosas que el Gremio de Aventureros tenía bajo sus rangos y parecía tener una cercana relación con Canario.

 

 

Alice no quería admitir que la llama de los celos, la cual ella pensaba que hace mucho había apagado ahora había regresado a su corazón. Su hermana mayor había sido bendecida con una belleza de otro mundo e hijas adorables, era difícil para Alice ver alguna forma en la que fuera superior a esta. Ella era la que se suponía tenía que estar viviendo una vida bendecida ¿Cómo es que esto había sucedido?”

“Disculpe.”

Ella despertó de su estupor con el golpe de la puerta, seguido por el sirviente principal del Duque quien entró al cuarto.

“Su Alteza Imperial, tiene una visita.”

“…Hazlo pasar.”

Mientras Alice decía eso, el sirviente dejó el cuarto apresuradamente. Ella, hoy, había llamado a su hombre, uno de sus seguidores. Alice tenía pensado ventilar sus quejas con este hermoso hombre y luego disfrutar de sus cumplidos. Era un hábito que esta había cultivado de joven.

“Oh, Alice. Te he extrañado.”

“Yo también quería verte, Gran.”

El rostro que había estado enrojecido a causa de la ira desapareció, Alice ahora mostraba una inocente y juguetona máscara en el momento que Gran, un hombre al que había conocido desde la época escolar entraba al cuarto. Entre sus seguidores ella se había mostrado como una gentil joven de amable corazón, así que el mostrar siquiera una pisca de la violenta y sesgada actitud de hace unos momentos estaba absolutamente fuera de toda discusión.

“Mm…Gran…”

“Te amo…Alice…”

Luego de cerrar la puerta, ellos se besaron y abrazaron entre sí. Era un acto inconcebible para una Emperatriz y un oficial de alto rango, pero en este instante ninguno de los dos estaba pensando acerca de las consecuencias de cometer adulterio contra el Emperador, así que se envolvieron en el placer carnal.

En presencia de Albert ellos mantenían una distancia respetable, pero en privado estos mantenían la misma relación que habían tenido previo a que Alice se hubiera casado, sin que Albert supiera nada. Ellos estaban absolutamente confiados de que la verdad nunca saldría a la luz.

“No me has llamado últimamente muy a menudo. Así que estoy encantado de que lo hayas hecho ahora.”

“No, yo también estaba desesperada por verte, Gran.”

La Emperatriz interpretó el papel de la joven enamoradiza. Considerando que ella casi tenía 29 años de edad, había un ligero aroma a desesperación en ello, pero el efecto parecía haberle llegado a Gran quien estaba encantado de que confiaran en él, sus mejillas se habían teñido de un ligero color rojo.

“Últimamente, he escuchado que su Majestad Imperial no te ha concedido el placer de su visita. Así que yo te amaré en su lugar.”

“Me alegra. Por favor ámame un montón hoy ¿Está bien?”

Aunque ella mantenía su máscara a la perfección, mientras se sentaba sobre la rodilla de Gran en ese sofá, esos odiosos pensamientos volvieron a aparecer en su mente.

Era un problema extraordinariamente serio que el palacio, el símbolo de la autoridad Imperial, hubiera sido destruido. Albert, quien siempre se había enorgullecido de ser el amo y señor de ese palacio, planeaba construir uno aún más lujoso y nuevo, pero tomaría una gran cantidad de tiempo y no había garantía alguna que la Tesorería Imperial podría siquiera aguantar el golpe.

Luego, el Emperador sugirió la idea de reconstruir el castillo en el mismo lugar usando una mezcla de escombros y magia elemental de tierra, pero la magia no era una cosa todopoderosa. Un palacio no era algo construido simplemente con piedras e incluso si la forma podía ser replicada, la pompa y el glamour original podría perderse y uno quedaría con una horrible pila de piedras.

…Con eso presente, si ellos dependieran del poder de cierta aventurera de rango S o la magia de la misma Canario, algo podría haberse hecho, pero dado que era imposible que Albert le pidiera algo a esa bruja que lo había insultado a él y a su país tan duramente durante la conferencia de hace un tiempo.

(Sin importar lo que cueste reconstruir mi palacio, no me rendiré.)

El colapso del símbolo del poder Imperial seguramente tendría un impacto en la mente de sus súbditos. A pesar de que se había visto como un problema que él le estuviera prestando más atención a Alice que a los importantes asuntos de estado, ahora que el prestigio del Imperio había sido dañado por sus acciones, los señores y vasallos bajo Albert estaban más inclinados que nunca a ser influenciados por otra persona.

Solo por el alza de impuestos, el corazón de sus súbditos había comenzado a vacilar. Ya había llegado a un punto donde Albert casi no tenía tiempo para consentir a Alice.

“Te doy mi palabra, si solo pudiera poner mis manos sobre la hermana mayor de la Emperatriz. Con una cara tan hermosa como esa, incluso con ese cabello blanco y los ojos de diferente color, la tomaría de todas formas como mi amante…”

“He visto las imágenes. Su Alteza Imperial es bien parecida para la edad que tiene, pero…la belleza de esa mujer está en otra dimensión. Es difícil creer que ella ya tiene treinta, se ve como si fuera una adolescente…”

Otro problema había sido que las imágenes del duelo habían comenzado a filtrarse a la aristocracia, con alabanzas a la belleza de Shirley volviéndose más comunes entre ellos.

 

Incluso entre los nobles que tenían una relación con Alice, muchos de ellos habían comenzado a comparar su apariencia con la de su hermana, con algunos incluso ignorando las tentaciones de Alice para pensar en las varias formas de traer de regreso al Imperio a Shirley…ellos no podían controlar sus deseos animales.

Por lo tanto, a pesar que el plan para traer de regreso al Imperio a Tio y Sophie seguía activo para así eliminar la crisis de sucesión, Alice de todas formas estaba todo menos satisfecha.

La razón de eso estaba clara ya que el adquirir una heredera para el Imperio ya no seguía siendo el único objetivo, sino que además el atrapar a esa belleza sin igual con la que había estado siendo comparada.

“Ahora, salgamos. Parece que hay unos nuevos dulces siendo vendidos en ese restaurante de la capital.”

“Ahh, iré a cualquier lugar contigo. Y entonces, después…”

La Emperatriz desterró aquellos desagradables pensamientos de su cabeza, decidiendo cambiar de ritmo por el día, pero mientras Gran posaba una mano sobre uno de los hombros de Alice y la acercaba mientras se marchaban, esta última falló en notar que las venas en su mano se agitaban de manera extraña.

Mientras tanto, en la mansión de la familia Regnard, Philia y Lumiliana se miraron entre sí mientras ambas leían la carta enviada por un hombre que simpatizaba con la causa de la Princesa desde el interior de los Caballeros Imperiales.

“Princesa, esto es…”

“Mm…”

Era una nota acerca del destino de ciertos insignificantes criminales quienes habían sido atrapados dentro de la gran ola criminal que azotaba actualmente al Imperio. Registraba los varios castigos que la orden caballeresca estaba llevando a cabo sobre estos condenados.

Para el asesinato estaba la pena capital o la vida en prisión, los ladrones eran encerrados, el pisar la falda de una noble acarrearía una paliza, etc. Los castigos variaban de acuerdo al crimen. Ese era parte del curso cuando se trataba de la justicia criminal en el Imperio, pero la carta continuaba.

“Recientemente, hay criminales quienes, luego de ser arrestados por los caballeros, encuentran un destino totalmente desconocido. Adjuntados a esta carta se encuentran las copias de los registros que dejan atrás en las barracas, pero casi con certeza estos han sido falsificados y todo lo que puede encontrarse de estos criminales más adelante es su ropa…la gente arrestada desaparece por completo. Ninguno de ellos siquiera llego a tribunales. Hay algo que huele mal, así que le ruego a Su Alteza Imperial que por favor tenga cuidado.”

Si el contenido de la carta era verdadero ¿Acaso alguien estaba dejando escapar a los criminales? Por lo mínimo, significaba que alguien estaba haciendo movimientos por fuera de la ley.

Si esto se volvía público, especialmente debido a la debilitada influencia del gobierno en este instante, la ley podría verse afectada tremendamente. Aunque el verdadero objetivo de Philia era el de desarmar pedazo a pedazo al Imperio para expulsar a sus actuales tiranos, hasta que llegara ese momento, la ley tenía que mantenerse para proteger a los ciudadanos.

“¿Acaso Su Majestad Imperial sabe…?”

“Él ya tiene que estar al tanto. Pero, en lugar de lidiar con este asunto tranquilamente, en este instante él está preocupado de la reconstrucción del castillo para así poder seguir viviendo con esa mujer, a él no podría importarle menos los criminales.”

“¡¿Pero eso es…?!”

Mientras Lumiliana la veía sin dar crédito, Philia volvió a leer la carta.

Incluso si ellos habían sido criminales, eran ciudadanos del Imperio quienes habían desaparecido. Sin importar que, era criminal el que las personas en el poder no les importara la vida de sus ciudadanos.

Los crímenes deberían ser siempre juzgados por la ley. Sin embargo, uno no podía simplemente castigarlos a todos de la misma manera.

“Si solo ellos hubieran sido tratados con más indulgencia ¡Uno podría haberle dado a las personas que cometieron faltas menores un nuevo comienzo…!”

“Princesa…”

La mayoría de aquellos que desaparecieron habían sido acusados de robo. Todo dependía de la persona en cuestión ¿Qué podría haberlos llevado a cometer esos actos de desesperación? Tendría que ser obvio que alguien que había sido lanzado a la calle luego de que le embargaran el bar debido a la montaña de impuestos habría tenido circunstancias especiales fuera de ser un simple mezquino criminal.

“Vamos, Lumiliana. Si no resolvemos este caso, las personas solo seguirán sufriendo.”

“Entiendo, estoy con usted. ¿Adónde iremos primero?”

“Al Ministro de Justicia…luego, a las barracas de los Caballeros Imperiales.”

¿Pero quién será?…el culpable tenía que ser alguien involucrado en el proceso legal, de otra forma, ellos no podrían haber tenido acceso a esos criminales. Con esa convicción en mente, Philia se abrió camino para llegar al carruaje junto a su acompañante.

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