Shomin Sample Vol.01 – Capítulo 23

Capítulo 23: Te odio

«Prenderé la luz, ¿está bien?»

Y así Reiko había llegado a conocer aún otra cosa más acerca de los plebeyos; ellos no llamaban a esas cosas lámparas ni nada por el estilo, sino simplemente luz.

Kimito y Reiko estaban ahora solos en el salón de clases.

Lentamente, las señoritas habían tomado la decisión de dar por terminado el día, y habían sido invitados a cambiar de lugar y tomar té con todas.

Y así, cuando las otras intentaron dar voz a su gratitud hacia Kimito, Kae y las otras participantes de la última fiesta de té abandonaron el salón con ellos, diciendo Nos adelantaremos.

Bueno…ellas habrían preferido tomar a los otros con ellas.

Justo mientras se iban del salón, ellas giraron sus cabezas mientras daban algunas intermitentes miradas que parecían estar diciendo algo que causó que el cuerpo de Reiko se calentara. La vergüenza de tener su secreto conocido hizo que ella sintiera que su corazón iba a detenerse.

El tenue salón de clases de inmediato se iluminó.

«Lo siento tanto.»

Disculpándose por su descuido, Kimito parecía estar algo avergonzado y luego regresó sobre Reiko.

Él era alguien bastante preocupado acerca de molestar a otros.

Tal como las cosas habían salido ahora, él indirectamente la tomó a ella y sus alrededores en consideración para asegurarse que no faltara nada.

Era diferente del comportamiento de las maids, su personalidad era nacida de la espontaneidad.

Una persona efectivamente esplendida.

Cuando fuera que ella lo viera, causaba que su pecho se apretara.

Últimamente, había sido así todo el tiempo.

Al simplemente estar en el mismo cuarto que él, el ser capaz de verlo, algo al interior de ella hizo clic, y  sintió una sensación similar a la de una brisa de verano soplando.

¿Cómo uno llamaría a esto? …Incluso la protegida Reiko sabía lo que eso era.

«Kimito-sama. Muchas gracias.»

Reiko hizo una reverencia de todo corazón.

«No puedo poner en palabras cuan agradecida estoy por todo lo que hizo hoy.»

«Bueno…eso es bueno ¿cierto? Fuiste capaz de arreglarte con todas.»

En cuanto levantó su cabeza Kimito se veía un tanto avergonzado mientras rascaba su cabeza.

El tenerlos realizando diferentes gestos era una dulce visión.

«Esta felicidad que estoy sintiendo, nunca había experimentado algo así antes.»

Era la verdad. Si uno preguntara el por qué…

«No es solamente debido a que fui capaz de resarcirme con todas…el tener a Kimito-sama trabajando duro por mi bien y el haber pensado en este magnífico evento, me hace muy…feliz.»

Así es como era.

Reiko sintió una tremenda cantidad de alegría porque hubiera pensado en ella y todo lo que él había hecho hasta ahora. Y sobre eso…respondió una esperanza que ella tenía.

Específicamente, que Kimito-sama no pensará en ella como alguien detestable.

Mientras pensaba eso, su pecho saltó y el ánimo se aligeró…parecía que ella era capaz de superarlo.

Y afuera…

El sol se había puesto completamente. Era alrededor del crepúsculo con los ligeros remanentes del sol trazando una luz roja alrededor de las crestas de las montañas que vigilaban la escuela.

El brillo alcanzó al salón de clases en donde solo dos personas estaban.

Se sentía como una situación cliché al finalizar un festival escolar.

Una sensación que se sentía como si toda la fortuna en el mundo estuviera de su lado.

«…Sabes…»

Ante esta voz, ella de pronto fue traída de regreso a la realidad.

Y entonces, poco a poco Reiko se dio cuenta.

Se sintió como si ella pudiera ver que él se había decidido acerca de algo detrás de sus ojos cubiertos.

Algo realmente malo.

Y ella tuvo un presentimiento.

 

 

Pensaba que esto era algo que tenía que decir.

Sentí que esto era algo que Arisugawa-san querría saber.

«Sabes, todos esos planes de hoy, no fueron mios…a Aika se le ocurrió todo.»

Lo dije.

Le dije todo.

Acerca de porque Aika era siempre así.

Acerca de cómo le asustaba hablar con el resto.

Acerca del club de los plebeyos.

La Experiencia Plebeya Después de Clases era originalmente su idea para finalmente llevarse bien con todas. Todo lo que hicimos fue en preparación para eso.

Y entonces…ella había renunciado a todo por el bien de Arisugawa-san.

Sin detenerme, expresé toda su franqueza.

«Ella es una persona de un increíble buen corazón ¿sabes?»

Y…

«Y es por eso que pensé que quería hacer algo por ella.»

Para eso pensé que lo mejor sería conseguir la ayuda de Arisugawa-san.

Puesto que ella era idolatrada por todas, bondadosa y siempre preocupada por Aika.

«Así que, ya sabes, me encantaría si Arisugawa-san pudiera darme una mano y…»

Fue en ese momento cuando me di cuenta.

El rostro de Arisugawa-san se había puesto blanco como la muerte y estaba increíblemente tensa.

«… ¿Qué ocurre?»

Aparentemente sin haberse dado cuenta que había dicho algo, sus ojos parecían estar viendo algo a lo lejos.

Sus hombros temblaban, parecía estar desconcertada, y estaba al borde de las lágrimas.

Su rostro atravesó múltiples expresiones y eventualmente…se tornó rojo.

Me dio la espalda para luego salir corriendo.

Dejando atrás el salón de clases.

«… ¡Ah…!»

Mi reacción llegó retrasada.

Por alguna razón, la expresión que Arisugawa-san tenía justo antes de darme la espalda era…una que nunca antes había visto.

 

Los pies de Arisugawa-san se movían rápidamente. Como si fuera poco, su ritmo tampoco disminuyó. Parecía como si estuviera haciendo algún deporte.

Estaba fuera de forma, pero aunque rápidamente quedé exhausto, seguí arreglándomelas para que de alguna forma no la perdiera de vista y le pisara los talones…ella se dirigía a…mi dormitorio. Para ser más precisos, a los pisos superiores.

El cuarto de Aika.

*GOLPE DE PUERTA*

Arisugawa-san abrió de golpe la puerta de manera violenta y entró.

Escuchando el ¡¿Eh?! Que había escapado de Aika, finalmente logré llegar.

Aika estaba tumbada sobre la cama, boquiabierta…y en frente de ella estaba Arisugawa-san tomando una postura imponente.

Estaba de pie detrás de ella, así que solo podía ver su espalda, pero incluso así podía sentir rabia exudando de ella y estaba seguro de que tenía la misma expresión en el rostro que hace unos minutos.

De un rojo brillante y sus labios bien formados temblando.

Para ponerlo de manera general, su cara estaba llena de desprecio.

Frustrada y avergonzada.

Había una escena en el manga que estaba esparcido en la cama de Aika con exactamente la misma impresión.

Era como cuando un personaje pensaba que estaba a punto de ganar, pero luego salía en segundo lugar debido a que el oponente a propósito había guardado su habilidad secreta.

Aika dirigió su mirada a mí, buscando una explicación, pero Arisugawa-san aspiró.

Un sonido comenzó a surgir en su garganta mientras todo su cuerpo temblaba violentamente…

«¡TE ODIO!»

Ella gritó mientras apuntaba a Aika.

«¡Yo…TE ODIO ABSOLUTAMENTE!»

Esa Arisugawa-san dijo.

Esa Arisugawa-san quien se suponía que nunca había odiado a nadie.

Aika había palidecido tanto que se veía de un blanco absoluto.

Dos segundos habían pasado sin que nada ocurriera.

Solamente…esto parecía ya ser un momento terrible.

«¡Lo he escuchado todo de Kimito-sama!»

Al escuchar esto, Aika finalmente tuvo una reacción.

«Quieres decir…»

«¡TE ODIO!»

…Sería…

«¡IDIOTA…!»

«…¡¿Haa?!»

Aika se levantó de un salto.

«¡¿Cuál es el problema?! Lo escuchaste todo ¡¿cierto?! ¡¿Así que por qué no estás agradecida?!»

Arisugawa-san se puso rígida.

Sin decir nada, ella apretó sus puños cada vez más, y…

«¡WAAAAAAAAA…!»

Saltó sobre Aika con su voz sonando como si estuviera al borde de las lágrimas.

Ella empujó e hizo caer a Aika en la cama.

«¡IDIOTA! ¡IDIOTA!»

Ella gritaba.

«¡IDIOTA!»

Como una niña, ella ventiló su rabia sinceramente de esa forma.

Aika estaba desconcertada por esta forma emboscada demasiado sorpresiva.

«¡CORTALA…!»

Ella saltó y revirtió las posiciones.

Sin embargo, pronto Arisugawa-san recuperó la delantera. Tan fuerte.

«¡K-Kimito! ¡Ayúdame aquí…!»

«¡¿Por qué te diriges a él de forma tan casual?!»

Arisugawa-san presionó con fuerza los hombros de Aika.

Cuando con cautela me acerqué a detenerlas…

«¡¿Y por qué Kimito-sama también te llama Aika…?!»

«¿Eh…?»

Ante esta repentina bala loca que me había sido lanzada, dejé de moverme, sin entender el significado de lo que ella decía.

«¡E-Espera! ¡¿Estás hablando en serio aquí?!»

Aika miró a Arisugawa-san:

«¡No te entiendo para nada…!»

«¡Tú…!»

Ella fue forzada a mantenerse abajo.

«Si hubieras consultado conmigo desde un comienzo, ¡no habría llegado a esto!»

Vi el perfil de Arisugawa-san, aquellas blancas mejillas enrojecidas como si hubiera estado llorando.

Su peluca se estaba corriendo y sus pestañas cayendo.

«¡Tozudamente nos abandonaste! ¡Huiste! ¡¿Por qué?! ¡Tal cosa! ¡¿Por qué harías tal cosa?!»

«¡…! ¡¿Tal cosa?!»

Aika la obligó a retroceder con una expresión enojada.

Cambiando la marea, ella se puso sobre Arisugawa-san. El colchón saltó.

«¡Tú no lo entenderías! ¡Tú normal! ¡Tú realmente eres tan normal! ¡Explota de una buena vez…!»

Ahora Aika lloraba.

Arisugawa-san pestañeó una sola vez perpleja, sin embargo…

«¡¿Acaso tienes alguna idea de cuanta preocupación has causado?!»

Ella la obligó a retroceder con ambas manos.

«Siempre he estado preocupada si era debido a algún vil defecto mío ¡¿sabes?! Siempre he estado calmando a las personas que hablaban mal de ti ¡¿sabes?!»

«¡N-No te pedí que lo hicieras!»

Aika y Arisugawa-san entrelazaron sus dedos con la otra y asumieron alguna clase de postura de competencia de fuerza, comenzando a luchar con la otra de esa forma.

«¡Siendo capaz de hacer prácticamente cualquier cosa y siempre mirando hacia abajo desde la cima!»

«¡Nunca he hecho una cosa así!»

Arisugawa-san empujó.

«¡Deberías pensar más en las otras personas!»

«¡¿Acaso no pensé en ti…?!»

Aika contraatacó.

«¡Entregué mi plan ¿cierto?! ¡¿Y esto es lo que consigo?!»

«¡N-Nunca pedí que lo hicieras!»

«¡Te odio yo también! ¡Te odio TANTO!»

«¡Realmente te odio yo también!»

«¡TE ODIO!»

«¡TE ODIO!»

Mientras sus dedos entrelazados se empujaban, incluso yo podía escuchar su fuerte respiración nasal.

La chica más popular y la más solitaria de la clase estaban dando voz a sus sentimientos y compitiendo con todas sus fuerzas.

Estaba abrumado por este espectáculo.

Ellas se sacudían en la cama mientras luchaban con intensidad la una con la otra.

Mientras las sabanas se arrugaban, ellas estaban trabadas en una pelea en donde se gritaban la una a la otra.

Sus calzones ya estaban a plena vista, los muslos de ambas estaban entrelazados, y ambas elásticas y tiernas carnes se comían una con la otra, esto había dado luz a una magnifica geometría Euclidiana.

Cuando Aika agarró una almohada, salí del trance.

Arisugawa-san la agarró también y lucharon por ella.

Ahora era mi momento.

«¡DETENGANSE…!»

Cuando me apresuré a detenerlas…

«»¡CALLATE…!»»

Ellas chocaron con mi rostro, gritando su descontento en armonía.

Colapsé en el piso sin fuerzas.

 

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